Había un señor que había llegado a su casa con muchas preocupaciones, tras una larga jornada en el trabajo. Lo esperaba su hijo, que lo recibió y le dijo:
-Papi me prometiste que cuando volvieras íbamos a jugar al truco.
- Sí -le dijo el padre- pero ahora estoy muy cansado.
- Pero vos me prometiste.
- Sí, pero ahora no puedo
- Pero eso es mentir.
- Dame diez minutos y jugamos -contestó el padre-.
El chico se fue y volvió a los diez minutos y dijo:
- Vamos a jugar
El padre, que no sabía como hacer para ganar más tiempo, vio en una revista, que tenía en el escritorio, una lámina con un planisferio. Lo recortó y le dijo al hijo:
- Esto es un rompecabezas del mundo. Armalo y cuando lo tengas armado, vamos a jugar al truco.
El chico nunca había visto un mapa del mundo. Pero, a los seis minutos el chico entró al cuarto con el rompecabezas del mundo armado.
El padre, sorprendido, dijo:
-Pero como puede ser que lo hayas armado tan rápido si vos no viste nunca un planisferio del mundo.
- Yo nunca vi un planisferio, pero cuando arrancaste la hoja vi que en su reverso tenía la figura de un hombre. Y yo sé armar un hombre. Así que, papá, cuando armé al hombre el mundo se armó sólo.